"lo que te gustaria hubieran sido tus ultimas palabras"

Rei: Sky. Red, red sky. Red color. Red color that I hate. Water flow. Blood. The smell of blood. A woman that does not bleed. Made from the red soil are humans. Made by Men and Women are humans.
(Rei's monologue, also known as Rei's poem)
Neo Genesis Evangelion

sábado, 8 de enero de 2011

De sueños de sueños

Lupus Ignis
Despertó. Antes de despegar los párpados lagañosos, se concentró en estirar su cuerpo lentamente. Era adicto a aquel dolor delicioso y embriagador que sólo se puede sentir al estirar los músculos agarrotados después de horas de no moverse. Aún sin abrir los ojos, hizo que tronaran las oxidadas coyunturas a lo largo de su cuerpo. Sólo entonces se dispuso, muy a regañadientes, a saludar al techo de su apartamento, como cada mañana.
Mientras se incorporaba con lentitud agonizante, su mente borraba de su memoria consciente el sueño de la noche anterior. Se dio cuenta de cómo las imágenes tenían cada vez menos sentido en su mente, y trató, instintivamente, de aferrarse a ellas, impulso probablemente resultado de una aversión muy humana por esa sensación de pérdida de control.
Un hombre. Un hombre en gabardina. Lluvia. Flash. El hombre voltea. Una sonrisa. Abre la mano, de ella emerge una mariposa.
¿De qué era el sueño? ¿Tendría sentido?
Una de sus manos recorrió desde su nuca hasta su rostro aún adormilado, en un intento por limpiar el sopor que rodeara su cabeza.
Sueños. Su padre solía hablarle de ellos cuando era pequeño. Memorias escondidas entre el laberinto de su mente regresaron, tímidamente, a él. Cada noche, antes de dormir, su padre le contaba historias. Pero no eran los mismos cuentos monótonos que les leyeron a todos en algún momento de su infancia, no, las historias que su padre le había obsequiado eran distintas, le gustaba pensar que especiales.
Su padre le contaba sueños.
Sueños de jirafas azules invisibles, edificios de cuyas paredes manaba resina, calles de piel de serpiente, hombres que enfermaban y se convertían en rinocerontes.
Las historias de su padre le habían maravillado. Tal vez por ser tan pequeño, tal vez por la emoción con la que las narraba su padre, gesticulando hasta con los ojos.
Junto con la nostalgia que se había escabullido silenciosamente llegó también un sentimiento de pérdida. ¿Por qué había dejado de escuchar los maravillosos cuentos de su padre?
Aquella última noche de cuentos la recordaba un poco. Todo había sido por preguntar, por interrumpir. No podía acordarse de qué trataba la historia de aquella noche, a pesar de que muchas de las otras que había escuchado las tenía presentes con una claridad impresionante. Sólo sabía que mientras la grave voz de su padre había narrado lo que seguramente era una increíble aventura, la lluvia golpeteaba en la ventana. Entonces, de la nada, sin una razón consiente, interrumpió el relato de su padre.
Eso no puede ser verdad, dijo, algo molesto, Esas cosas no pueden haber pasado. Su padre lo miró. Recordó esos ojos por sólo un instante. En ellos brillaba un deseo, un deseo que intentaba desesperadamente salir y ser saciado. ¿Cómo lo sabes? Había dicho él, después de un largo silencio del que no se había percatado la primera vez. ¿Cómo puedes saber que esto realmente no pasó?, preguntaba la voz de su padre, un borde de desesperación en sus palabras. Porque es… tonto. Es tonto que algo así pueda pasar, había dicho él, inseguro de sus palabras, pero seguro de la imposibilidad de aquellos hermosos mundos que su padre le había obsequiado. Te equivocas, dijo su padre, Te equivocas, porque todas estas historias pasaron en verdad. Mentira, respondió él, cruzándose de brazos y frunciendo las cejas en lo que probablemente fue un gesto muy infantil. Todas estas historias, continuó su padre, Pasaron realmente. Aquí, afirmó, tocándose con los dedos de una mano temblorosa la sien. Los sueños, Jorge, son tan reales como tú y yo. Los sueños ocurren en nuestras mentes como nosotros ocurrimos en este mundo. ¿Acaso no te consideras real?
Recuerda haberse enojado con aquellas palabras, palabras confusas que nublaban su joven mente como la lluvia distorsionaba el paisaje distante. Entonces había mirado por sobre la cabeza de su padre, y su enojo se había evaporado en seguida frente a las llamas del temor. Su madre lo miraba. Lo miraba con tantas emociones hirviendo en sus pupilas de acero líquido que dio un paso atrás, haciendo que su padre volteara. ¿Lo había estado mirando a él, o a su padre? Ahora no podía estar seguro, tal vez no había sido a él. Sin importar para quien había sido toda esa furia, toda esa repulsión y odio que de joven no había comprendido, le asustaron. La mano pálida agarrada firmemente de la perilla, su madre hizo un gesto brusco a su padre con la cabeza. Su padre lo miró entonces, la desesperación que antes sólo delineara sus palabras ahora claramente visible. No olvides, había susurrado, dándole tal aire de importancia a la conversación que aún hoy sigue grabada en sus oídos, mente y corazón, No olvides que los sueños son reales. Nunca lo olvides.
Entonces su madre había emitido un sonido que no había podido identificar, pero que había ahogado todo aire de confidencialidad, toda respuesta, toda emotividad que pudo haber seguido a aquellas últimas palabras. Su padre se levantó, y salió junto con su madre, sin mirar atrás una sola vez.
Recuerda haberse ido a dormir entonces y haber escuchado gritos furiosos en sus sueños –o tal vez entre sueños, todo había sido hacía demasiado tiempo –y al despertar a la mañana siguiente, su padre no estaba. Y no regresaría nunca.

Sacudió la cabeza, sintiendo la tensión que los recuerdos habían traído sobre su cuello y sus hombros, y se levantó de la cama para dirigirse a la ducha.
Nunca lo olvides, había dicho su padre. Nunca lo olvides.
Un hombre. Un hombre en gabardina. Lluvia.
Por un segundo, sólo un segundo, su mente imaginó que el hombre podía existir.
Que existía en sus sueños como él en el mundo. Flash.
Se metió bajo las gotas de agua caliente, sumergido en sus recuerdos. En sus sueños… ¿realidades?
El agua caía a chorros sobre su cabeza. Entonces el sonido de los diamantes líquidos estrellándose contra el suelo llenó sus oídos. La imagen borrosa de su ventana aquella noche regresó. Luego un hombre en gabardina. Llovía.
¿Cómo puedes saber que esto realmente no pasó?, preguntaba la voz de su padre. ¿Cómo?¿Cómo? Repetía una voz susurrante, una voz tanteadora, desconocida.
Flash.
Emerge una mariposa.
Sus alas plateadas bailan con la lluvia, pero son sus ojos los que observa. Ojos negros, brillantes. Ojos muertos pero llenos de vida. Entonces observa el reflejo de aquellas esferas de ónix, y encuentra a un hombre. No es un hombre en gabardina.
Es un hombre que se baña.
Flash. El hombre voltea. Una sonrisa.
El agua seguía cayendo sin descanso. No se oía otra cosa que el golpeteo del agua contra el suelo.
¿Acaso no te consideras real?
Un sueño. Sólo un sueño.
¿Acaso no te consideras real?
Sueña a un hombre en gabardina. Que voltea. Que sonríe. Que lleva una mariposa.
Lleva una mariposa, que lo sueña a él.
Flash.
Abre los ojos. No recuerda haberlos cerrado.
Atranca la llave de la bañera, y sale del cuarto de baño, invadido por la niebla del vapor de agua.
Su padre solía contarle historias.
Se dirige al armario, donde se viste rápidamente a pesar de que una bizarra calma se vierte sobre su mente, helándolo todo. Por último, saca de lo más hondo del armario, cubierta por una capa de telarañas y polvo, la gabardina de su padre.
Un susurro en la nuca le hace voltear hacia la única ventana de la habitación. Afuera una mariposa aletea, sus alas plateadas de papel de arroz destellando bajo los rayos del sol de verano.

2 comentarios:

  1. Creo que es el cuento que mas me gusta de ti, no se por que pero los cuentos con mas de un plano existencial me agarran.

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  2. sigo sin entender de que carajos habla este cuento. aun asi me sigue gustando. todo tiene una calidad metafisica y morfeica y la idea del reflejo en los ojos de una mariposa me parece genial.
    el que sea dificil entender la idea principal es bueno o malo segun lo que tu pienses. ademas, "Flash." nunca me agradó, y me sigue desagradando. es una forma de cambiar de plano muy anti-natural y mas bien confusa.

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Expectadores de la ejeución.